La configuración actual de la Tierra podría transformarse de forma radical en los próximos milenios. Esto se debe a que un océano se reduce a un ritmo aproximado de 4 centímetros al año, lo que provoca que los continentes americanos se alejen progresivamente de África y Europa. El fenómeno, aunque imperceptible en la vida cotidiana, representa un cambio profundo en la dinámica del planeta.

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Un equipo de investigadores de la Universidad de Southampton presentó los resultados de su estudio en la revista Nature. El hallazgo revela un proceso que desafía las teorías establecidas sobre el movimiento de las placas tectónicas. Si esto se confirma, podría modificar por completo la manera en que se entiende la evolución geográfica del mundo.

¿Cuál es el Océano que se está achicando cada año en la Tierra?

Hoy en día, el océano Pacífico es el más extenso del planeta, pero los expertos aseguran que no siempre conservará ese título. Según un informe publicado por Live Science, el Atlántico está en constante crecimiento y avanza de forma lenta pero sostenida. Este proceso, imperceptible a escala humana, podría cambiar la distribución y jerarquía de los océanos en el futuro.

El origen de este fenómeno se remonta a los tiempos de la Pangea, cuando el vasto océano Panthalassa se fue reduciendo hasta convertirse en el Pacífico. La dinámica surgió a partir de tres placas tectónicas Farallón, Izanagi y Fénix, de las cuales solo persiste un fragmento de la última entre Sudamérica y la Antártida. Con el paso de millones de años, esa fractura dio lugar a la expansión del Atlántico. Por esta razón, el Pacífico podría dejar de ser el océano dominante, cediendo su lugar al Atlántico en un futuro lejano.

El océano que se hace más grande

La distancia entre Europa y América Latina seguirá aumentando, ya que el Atlántico se expande unos 4 centímetros por año. Esto ocurre por la dorsal mesoatlántica, una cordillera submarina que marca el límite entre placas litosféricas que se mueven en direcciones opuestas.

En ese proceso, las secciones más densas de las placas se hunden y arrastran al resto, como si se tirara del borde de un mantel moviendo los platos. Así, el magma asciende y ocupa los espacios que dejan las placas al separarse.